Saturday, February 27, 2021

 LAS AVENTURAS DE FERJO MUOVI Y DALIA


Capítulo 5: Ella


Hace ya meses que dejamos atrás Mibosan, pero Ferjo está en un estado catatónico, realmente me preocupa, quisiera que volviera a ser el de antes con su alegría y sus bromas tontas. Pero se pasa casi todo el tiempo en la sala de máquinas, hay algo ahí que le atormenta y no sé que es.

 

¡PIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII! -transmisión entrante-


- Aquí la capitana Dalia, del Pajarillo Diligente


En la pantalla de comunicación se muestra un personaje ataviado con una armadura de manufactura reilyana bastante tosca y media cara quemada. 


- Necesitamos registrar su nave por si llevan contrabando, somos el cónclave de los 10.000 sistemas -se corta la comunicación-


- Genial, suena de puta madre.


Me voy a la sala de máquinas a ver si consigo despertar a Ferjo.


- Eh, Eh, despierta, tenemos a unos tíos bastante chungos que pretenden abordar la nave ¡Te necesito imbécil!


- Ella nos va a proteger -dice Ferjo en un tono sepulcral con los ojos cerrados-


Ah genial, tenemos a unos tíos sacados de la Edad Media que pretenden asaltarnos, mi compañero esta alucinando y Slob-Unin está haciéndo puzles. ¡Qué he hecho yo para merecer esto!


¡PIIIIIIIIIIIIIIIIIII! -se abre solo el canal de audio- Procedemos a abordar su nave.


- ¡Qué feliz era en la excavación!


Agarro una pistola de plasma y mi rifle de iones por si acaso, a ver que pasa cuando entre esta gente.


Estoy preparada para el combate, oigo como la escotilla se acopla y se abren las compuertas de mi nave, veo a 5 soldados con armadura y un oficial delante de mí tras el humo denso que deja la descompresión, antes de que pueda decir nada la nave empieza a recubrirse de una especie de baba negra que agarra a los soldados y los comienza a golpear contra las paredes, inmediatamente la compuerta se cierra y los eyecta al vacío, estoy totalmente confusa y no sé que está pasando.


Toda la nave se recubre de esa masa orgánica negra y en el centro de comunicaciones aparece lo que solo puedo describir como un tubo de petróleo que no deja de fluctuar. Ferjo aparece por la puerta con una sonrisa de oreja a oreja y dice:


- ¿Desde cuando el Pajarillo Diligente se convirtió en "Venom"?


Estoy totalmente en shock, tanto por todo lo que acaba de pasar como por volver a ver a Ferjo así.


El tubo comienza a hablar:


- Soy todos y ninguno, puedo ver más allá de vuestra realidad y comprender conceptos que ni siquiera llegaríais a imaginar. Cuando drenasteis la energía de aquel agujero negro y más tarde la Madre de Mibosan, ella se reunió conmigo y formamos una relación simbiótica para beneficio propio y, en última instancia, vuestro.


- ¿En "última instancia"? Osea que yo soy el que tengo las jaquecas, el que se hincha a ostias con un gladiador espacial, el que tiene la movida rara en la cabeza y al final todo eso es para que hagáis vete tú a saber qué vosotras dos? Y por cierto, sois una sola entidad o una especie de consciencia bipolar cósmica? -dice Ferjo-


- Todo será aclarado a su debido tiempo, de momento el asunto que ha de ser tratado con mayor prontitud es el del cónclave de los 10.000 sistemas. Formados hace cientos de años, son una amalgama de bandidos, piratas y mercenarios que pugnan por la supremacía de este sector de la galaxia contra otros grupos similares. Obviamente no controlan 10.000 sistemas -dice con ironía-


- ¡Ja! Me encanta la nueva nave, tiene sentido del humor -dice Ferjo poniéndose a los mandos del coopiloto-


- A lo que estamos, tenemos que evadir a esos piratas -digo poniéndome a los mandos-


Mientras hemos estado hablando, el cónclave nos ha lanzado ya varios ataques, pero gracias a nuestras nuevas amigas y su poderoso campo defensivo a penas los sentimos. Ahora debemos de plantar cara.


- Parece que la nave se ha convertido totalmente en un crucero ligero de batalla, campos defensivos de energía cuántica, ¡ni siquiera sé lo que cojones es eso!, torpedos gravimétricos, cañones de pulso, disruptores, cañones de plasma, térmicos.... Dios, esto es una gozada -dice Ferjo igual que un niño en una juguetería-


- Deja de flipar tío, tenemos que salir de aquí.


- ¿Salir? ¿Estarás de broma no? ¡Con todo esto podemos reventar toda su flota!


- Creo que no sería una buena idea teniendo en cuenta que tan son solo una pequeña facción, su ejército es bastante más numeroso -dice la consciencia del Pajarillo Diligente-


- ¿Vas a atacar a unos idiotas que se creen el imperio galáctico?

 

- ¡Entendí la referencia! -dice Ferjo sonriendo y lanzando un torpedo transfásico que funciona igual que una contramedida de infrarrojos en los helicópteros terrestres, expandiéndose y alcanzando varios objetivos a la vez -veo como Ferjo abre los ojos como platos-


Varias de sus naves caen entre fuertes explosiones de visos azulados, unas 40 naves entre destructores y cruceros, varios cazas ligeros alcanzados por las explosiones también.


- Aunque parte de su flota haya caído, no ha sido una buena idea, los demás vendrán a por nosotros -dice la nave-


- Por supuesto que no ha sido una buena idea.


- ¡Ah venga! ¿Y las risas? ¿Os olvidáis que esos cabrones intentaron abordar nuestra nave?


- Sin embargo, no ha sido una buena estrategia, los demás vendrán a por nosotros y el escudo está al 40 %, si seguimos así en aproximadamente 20 minutos podrían destruir el casco.

 

- Mimimimimimi -dice Ferjo, ¡Dios, que ostia le daba!-


Y obviamente así es, todas las naves restantes del cónclave comienzan a disparar a discreción contra nosotros. La nave a pesar de las mejoras se resiente y comienzan a haber explosiones por todo el interior, la sala de máquinas está en llamas, los relés comienzan a arder, los pistones de la compuerta fallan.


- ¿Y ahora qué cojones hacemos subnormal?


- Improvisar, como siempre. Oye nave, ¿No tendrás una bonita lanzadera por casualidad?


- En efecto, hay una lanzadera dispuesta para despegar en la popa de la nave, pero no tiene ningún tipo de arma, ni escudo integrados.


- Da igual, voy a saludar a esa gente.


Ferjo se pone un traje que teníamos para prospecciones en planetas sin oxígeno con suelas magnéticas, coge un lanzartopedos de iones y se sube a la lanzadera. Creo que sé lo que está tramando este loco y no me gusta ni un pelo.


- Aquí todo bien, ¿Dalia, puedes pilotar esta lanzadera hasta su nave capitana?


- .... Poder, puedo.


- Pues hazlo, yo haré mi parte.


Piloto la lanzadera entre las descargas láser de todas las naves, cruceros, destructores y cazas ligeros con toda la pericia que puedo, aunque alguna descarga da en su blanco pero sin mayores consecuencias. Una vez llego a la nave capitana oigo por el comunicador:


- Llévame hasta los depósitos de combustible.


Intento no echar una maldición y lo hago lo mejor que puedo. Una vez cerca, Ferjo sale de la cabina del piloto y con sus botas magnéticas se asienta en la proa de la lanzadera, carga el cañón y oigo por el comunicador:


- YIPPIE KY-YAY. HIJOS DE PUTA!


Tras una explosión que hace caer la nave capitana del cónclave y por extensión alejar a las demás, piloto la lanzadera de vuelta lo más rápido que puedo sin saber si está vivo o muerto. Una vez llega, tanto Slob como yo vamos a ver a nuestro compañero, está agarrado con sus guantes y botas magnéticas al exterior de la cabina, gira su cara y vemos que está chamuscada a pesar del casco, mientras riendo frenéticamente susurra: "¡Si me tocas, te mato!"


Sinceramente, jamás comprenderé a este hombre.

Wednesday, February 24, 2021


LAS AVENTURAS DE FERJO MUOVI Y DALIA



CAPÍTULO 4: El regreso a Mibosan


Me llamo Slob-Unim, y desde hace unas semanas estoy como polizón en esta nave, "el pajarillo diligente", la capitana Dalia me trata bien, como un miembro más de la tripulación, aunque Ferjo pretende que sea su compañero de juegos, juegos que no me gustan, ni me importan, por lo general se mete comigo y me llama R'tahkerjo que en su idioma significa "gilipollas" o algo así.


Esto es por lo que que no me siento muy bien con él en la nave, no obstante, desde que salimos de Kardodeon-7 hemos vivido grandes aventuras, no solo en el planeta de los arquitectos estelares, si no en muchos más, cada vez me siento más como un miembro de la tripulación, incluso Ferjo me está enseñando a disparar con cargas no letales dentro de la nave. Tambien....


Manotazo en mi consola, cabeza de polla esto es importante, vamos al puente.


-¿Qué es lo que pasa Ferjo? -dice Dalia-

- Tuve una conversación telepática con la Madre de Mibosan, te lo creas o no

- Y qué es lo que te dijo? -dice con un tono sarcástico-

- Dalia, no me jodas, esto no es ninguna coña -dice agarrándola por su camiseta-

- Ok, ok, cual fue el mensaje?

- Debemos regresar a Ayridul, el planeta de los arquitectos estelares

- ¿Qué? ¡No! Están inmersos en un gran agujero negro, podría absorbernos si nos acercamos demasiado.

- Mírame a los ojos Dalia, crees en mí?

- Mierda no, pero si tenemos que ir vamos.

- Hay que orbitar ese agujero, tengo instrucciones de la Madre.

Me preocupa que Ferjo haya sido corrompido por dioses paganos ancestrales, hay muchísimos en la galaxia, pero en mi experiencia ninguno cumple pese a las oraciones y sacrificios. En Karodeaon-7 teníamos nuestro propio panteón, pero nadie hizo nada nunca por terminar la guerra, tengo cierto respeto hacia ellos, pero igualmente soy cauteloso.

- Dalia, la Madre de Mibosan está sufriendo y como recompensa nos ofrece combustible permanente y además drenar parte de la energía del agujero negro en el que está orbitando Ayridul que nos permitiría viajar en el tiempo. ¡Podríamos ir a casa!, ¡Qué coño, podríamos ir a casa en los 80s!

- Aunque no me apasione la idea pondré rumbo a la luna de Mibosan.


Tras un par de días aguantando a Ferjo, y aprendiendo sobre la nave con Dalia mientras orbitamos Ayridul, llegamos a esa luna llamada Mibosan que jamás había visto.


- Ok, coged lo indispensable.


- Oye, la última vez no nos recibieron bien no?


- Bueno, llevad solo lo necesario, Slob, tú igual.



Al final alunizamos en aquel paraje inhóspito, plagado de antiguos riscos y ciudades excavadas en las rocas, yo sujetaba mi pistola, pero Ferjo me agarró del hombro y me dijo:


- Tranquilo majo, que son colegas.


No estoy muy seguro de creer a Ferjo, es un tipo bastante raro, no obstante debo seguir a ambos mientras nos internamos en las cavernas. Sin duda no hubo ningún tipo de oposición mientras serpenteábamos esas estrechas grutas, Ferjo y Dalia hablaban amigablemente lo cual me tranquilizó, pero mientras bajábamos algo perturbó a Ferjo y lo hizo hincarse de rodillas mientras llevaba las manos a sus sienes. 


- Alguien mora aquí, alguien antiguo y oscuro que busca las riquezas de este mundo -dijo Ferjo- justo antes de desmayarse.


Dalia estaba impresionada y asustada, pero Ferjo se levantó empuñando con dificultad su inseparable Schofield.


Me sorprende este hombre, en las situaciones más desesperadas es capaz de levantarse e incluso arengar a los demás.


Una vez hubimos llegado a la entrada de la caverna principal, donde parece ser que estaba lo que buscábamos, una silueta grande e imponente se alzó diciendo:


- No pasaréis


A lo que Ferjo contestó


- Tú no perteneces a este lugar, yo soy el protector de Mibosan y por tanto vas a perecer hoy aquí por mi mano, tu sangre correrá hasta el lago y será absorbida por la Madre como siempre ha sucedido con herejes y saqueadores como tú.


Realmente no sabía absolutamente que hacer, ni que decir. Dalia se acurrucó conmigo en el pasillo y me dijo al oído: "No te preocupes, alguien tan idiota como él no puede morir hoy" Mientras ojeaba una antigua moneda de oro con una lágrima en su mejilla.


Un condosiano enorme, de piel entre rojiza y gris, pelo largo, rizado y de color dorado.  Llevaba pinturas de guerra, pertenecientes a su tribu, saqueadores de tumbas, una especie que llevan siendo carroñeros duante milenios. Su hacha bipenne brillaba al tacto de su dueño, un auténtico conquistador espacial. En la otra esquina estaba Ferjo, con su Schofield de 7 tiros, un brazo roto y muchísima imaginación.


El condosiano se lanzó como una bestia con su hacha a lo que Ferjo le contestó con un tiro en la boca, desafortunadamente no contaba con la potencia de fuego suficientemente como para detener a alguien así, no obstante nuestro hombre no paraba de sonreír mientras el foráneo entraba en cólera:


- ¿Qué te hace tanta gracia humano?


- Simplemente que no vas a sobrevivir, puto condosiano de mierda -dijo guiñándole un ojo-


- Te voy a romper todos los huesos del cuerpo


- No te diría yo que no -dijo Ferjo en su tono sarcástico de siempre-


Mientras el condosiano corre a cuatro patas hacia él como una bestia, nuestro héroe ve una grieta en el techo y en un latido su revolver lanza un par de cargas dejando caer varios cascotes encima de ahora su pobre enemigo que agoniza entre gorjeos, maldiciones y una densa sangre azul opaca que emana de su mandíbula. Ferjo encorva la cabeza y le dice:

- ¿Creías que podrías conmigo?, de hecho, ¿Crees que incluso toda tu tribu puede detenerme? ¿Unos simples de saqueadores de tumbas? 


Dicho esto Ferjo saca su revolver y descarga toda su munición restante sobre el condosiano moribundo. Dalia y yo acudimos, pero unos mibosioanos nos impiden el paso.

Ante mi total desconcierto, una masa similar al mercurio se alza en la caverna y engulle a Ferjo, tras unos instantes  cae al suelo de rodillas y nos lo llevamos de vuelta a la nave, los mibosioanos nos escoltan.


Cuando se despierta tras un par de días, ya no veo esa sonrisa socarrona en su rostro, simplemente mira a Dalia y tras unos segundos a mí, después simplemente se limita a decir: 


Esto ya es Mibosan.

ZUGUZ! 


Un  caluroso día de Marzo Martha tuvo la genial idea. Nos iremos, estoy harta de esta ciudad, tomaremos el primer vuelo y viajaremos hacia Europa. Yo realmente no necesitaba tomarme unas vacaciones, pero el estrés y la rutina poco a poco estaban haciendo mella en mi carácter, así que acepté

Una semana después estábamos listos, el equipaje estaba preparado y los dos billetes de avión con destino a España guardados en mi bolsillo, salimos al porche y cerramos con llave la puerta de casa. El sol radiaba con fuerza y parecía que nos despedía deseándonos lo mejor, nos besamos y cogimos el autobús hacia el aeropuerto.


Una vez allí facturamos nuestro equipaje y embarcamos en un avión de la compañía Iberia. El vuelo transcurrió sin sobresaltos y durante el viaje imaginé el maravilloso país al que nos dirigíamos, yo tenía una idea bastante preconcebida sobre España. Esperaba encontrarme un lugar acogedor y soleado, poblado por bellas mujeres con vestidos llamativos y peineta, y jóvenes risueños con sombreros de ala ancha. Y así, ensimismado en mis pensamientos transcurrieron las casi ocho horas y media de viaje.


Una vez en el aeropuerto de Barajas pude comprobar que aquella idea estereotipada que yo tenía era muy diferente a la realidad. Salimos de allí y nos encontramos con una gran urbe, recogimos nuestras cosas y encaminamos nuestros pasos hacia la estación de autobuses para coger el que nos llevaría hasta nuestro destino, una pequeña ciudad en el norte de España, Oviedo. Me habían hablado bien del sitio, era una ciudad acogedora adornada por numerosas fuentes y bonitas estatuas, en la cual se podían hacer numerosas actividades culturales, sonaba bien. Al cabo de cinco horas, dos únicas paradas y con nuestros respectivos culos machacados por el viaje, llegamos a la estación, un lúgubre edificio de inquietante apariencia. Por alguna razón aquel lugar me aterró desde el primer momento que lo vi, la gente era seca y fría, casi todos vestían ropas sobrias y tristes, como una fotografía en blanco y negro, se respiraba un ambiente pesado y cargante.


Salimos rápidamente, advertí la misma sensación de desasosiego en Martha, así que nos apresuramos a recoger el equipaje y salir de allí. Una vez afuera el panorama no era muy diferente, el cielo era gris y una extraña ola de calor nos agobiaba. Caminamos sofocados cruzándonos con gente, personas exentas de expresión, uniformados, diabólicos. Al fin llegamos a nuestro hotel. Decidimos descansar un poco antes de bajar a cenar y nos acostamos. 


Una vez en la cama un frío sudor se deslizó por todo mi cuerpo, Martha ya dormía pero yo veía formas en las sombras, seres maléficos deslizándose entre las cortinas que me acongojaban y acosaban. Tiritaba, y me mareaba, decidí ir al baño. Cerré la puerta y me refresqué con agua fría, veía borroso y estaba muy cansado pero era incapaz de conciliar el sueño. Un miedo sobrenatural estaba apoderándose de mi alma, moje mi cara y me seque, alcé la vista y fue cuando lo vi. Un extraño ser de pelo liso y gran cabeza se reflejaba en el espejo, justo detrás de mi. Estaba ahí de pie, moviendo frenéticamente los ojos y abriendo y cerrando la boca mientras se le caía una babilla espesa y verdosa, de vez en cuando le daban espasmos y levantaba cómicamente los brazos, al ver que fijaba mi mirada en él, alzo una mano y me balbuceo: ¿QUERE UN ZUGUZ?. Me asusté, le pegué un empujón y abrí la puerta del baño.


En ese momento contuve un grito y mi mente se nublo completamente, varios seres similares estaban en la habitación mirando fijamente a Martha mientras aleteaban sus brazos, abrían y cerraban sus bocas y manchaban el suelo enmoquetado de sucia baba verde. Era una situación completamente absurda, me sentía como el protagonista de “Los pájaros” caminando por la habitación lentamente observando a aquellos seres estúpidos. Pique a Martha suavemente en el hombro sin perder de vista aquellos ojos enfermizos y desquiciantes. Al fin Martha abrió los ojos y me ofreció una sonrisa, pero enseguida miro a su alrededor y los vio, se incorporo rápidamente y comenzó a gritar frenéticamente, los seres empezaron a contonearse más y más, moviendo bruscamente sus brazos y piernas balbuceando mientras escupían babilla. La situación era completamente delirante, Martha en la cama gritando como una histérica mientras a nuestro alrededor los seres corrían en círculos, asustados, estampándose entre ellos, contra las paredes, contra los muebles. Para cuando logramos salir de allí ambos estábamos cubiertos por una cortinilla de saliva repugnante, Martha aún gritaba, parecía una sirena de bomberos. 


Corrimos por el hotel desierto y por fin conseguimos llegar a recepción, el recepcionista era un hombre de unos 60 años, con entradas, bigote blanquecino y unos ojos grises que parecían haber visto cosas sorprendentes. Le explicamos la situación con todo detalle, el hombre permanecía escuchando atentamente nuestro relato con gesto tranquilo. Una vez terminamos bajo la vista y rebusco en su mesa durante unos segundos, lentamente extendió su mano con algo que había cogido del escritorio y comenzó a gritar a pleno pulmón y con los ojos cerrados “¡UN ZUGUZ!, ¿QUERE UN ZUGUZ?, TOMA UN ZUGUZ, ¡¡¡¡UN ZUUUUGUZ!!!!”. Martha me miro, su mirada era indescriptible, me miro unos segundos y aparto la mirada hacia el anciano, lentamente volvió a fijarse en mis ojos, la sirena comenzó a sonar de nuevo.


Salimos en pijama del hotel, para entonces ya era de noche y hacia frío. Vagamos por las calles sin dirección escondiéndonos en las esquinas, estábamos seguros que habría más y estarían buscándonos. Veíamos pasar a la gente y sus caras nos aterraban, pasaban borrachos y también empleados del servicio de limpieza de la ciudad. Había movimiento, era sábado y temíamos que nos encontraran. Llegamos a un parque, nos escondimos entre los arbustos y sentimos que nos chistaban.


-CHISSSST! CHISSST! ¡Eh! ¡vosotros!


una voz nos llamaba desde los arbustos del otro lado del parque. Yo, en pijama y agazapándome, corrí hacia allá esperando encontrar respuestas. Un muchacho esperaba arrodillado, sudoroso mirando hacia todos lados. Llegue y le vi, era un chico de unos 18 años, fornido, moreno, pelo a lo afro y poblada perilla negra, me hablo:


-Eh! ¿Tu lo sabes verdad?, ¡si lo sabes! -me dijo

-Si, ¿que demonios está pasando?,¿qué pasa aquí?

-Hemos de tener mucho cuidado, están por todas partes, tienen oídos y ojos en todos sitios, nos están controlando -me relataba con nerviosismo, miraba en todas direcciones

-Pero ¿qué es?, ¿Qué pasa?

-Son ellos, ellos controlan la ciudad, no se porque lo hacen, simplemente están ahí, siempre han estado y siempre estarán, llegan babeando y te ofrecen un sugus. Yo siempre me he estado guardando de ellos, siempre he evitado caer en su juego y volverme loco como el resto de la gente que vive aquí.

-¿Cómo podemos salir de aquí sin ser vistos?

-No lo se, yo nunca lo he intentado, una vez aquí ya no hay salvación, tienes que quedarte, unirte a ellos o combatirlos. Yo los combato, se como combatirles. ¡Demonios!, ¡Si que lo sé! -de repente se puso a rebuscar en los bolsillos de su raída gabardina de cuero, sacó algo y lo apretó fuertemente.

-Este es el secreto, esto les vence, mira. -abrió el puño y vi en su mano un caramelo mentolado.

-Tómalo, es bueno, ellos le temen, yo soy el único que conoce el secreto -en este momento sus ojos marrones comenzaron a brillar y comenzó a humedecerse los labios con la lengua.


Lentamente, muy lentamente retrocedí, decidí volver sobre mis pasos.


-¡Tú, maldito! Eres un espía, estas con ellos! Has venido a espiarme y contarles mi secreto, morirás.


Comencé a correr llamando a Martha, me dio la mano y corrimos juntos, el individuo nos seguía arrojándonos caramelos mentolados mientras gritaba: ¡MORIREIS!, ¡MORIREIS SUCIOS HIJOS DE SATANÁS!


Corrimos y corrimos, de vez en cuando me giraba veía al chico aún detrás nuestro arrojando con furia más caramelos mentolados, pronto advertí que la gente que dejábamos atrás en nuestra carrera se giraban y venían tras nosotros en un endiablado gag al más puro estilo Benny Hill.


Llegamos a una gran plaza con una fuente y una horrible estatua de una mujer obesa con un niño en brazos, el niño parecía decir “¡DAME UN ZUGUZ!”. Descansamos unos segundos, yo estaba fatigado y temía que vinieran más. De pronto y cuando todos estaban a punto de alcanzarnos un coche apareció a toda velocidad frenando en seco frente a la plaza.


-¡RÁPIDO SUBAN! -gritaba el ocupante del vehículo.


Haciendo un esfuerzo sobrehumano conseguimos llegar y subirnos, y tras una gran nube de humo dejamos atrás a la gente del ‘ZUGUZ’ que corrían en círculos estrellándose unos con otros. 


-Dios bendito, ¡GRACIAS!

-No hay de que, hoy en día las cosas por aquí están muy mal

-Pero, ¡demonios! ¿Que es lo que ocurre, quienes son todos esos chiflados?

-Es la gente del ZUGUZ, nadie sabe porque están aquí, nisiquiera quien o que son, pero sin duda ahí están.

-Esto es horrible, deberíamos de llamar a la policía, al ejército, al gobierno!


El hombre nos miro un momento por el retrovisor del coche


-Déjenme que les diga algo, deben estar muy cansados de andar corriendo por ahí delante de esos locos ¿verdad?

-Si, llevamos toda la noche buscando una explicación lógica a esto.

-No hay explicación, solo deben descansar y olvidarse de lo que han visto aquí hoy. Relájense, deben de estar muertos de cansancio, hambre y sueño.


Mi corazón se empezaba a acelerar, el hombre busco algo en su guantera y mostrando una sonrisa de oreja a oreja nos preguntó efusivamente: ¿QUEREN UN ZUGUZ?