Tuesday, September 11, 2007

LOS ENFERMOS Y LOS MÉDICOS (Antonin Artaud)


La enfermedad es un estado,
la salud no es sino otro,
más desagraciado,
quiero decir más cobarde y más mezquino.
No hay enfermo que no se haya agigantado,
no hay sano que un buen día no haya caído en la traición, por
no haber querido estar enfermo, como algunos médicos que
soporté.
He estado enfermo toda mi vida y no pido más que continuar
estándolo.
pues los estados de privación de la vida me han dado siempre mejores indicios sobre la plétora de mi poder que las creencias pequeño burguesas de que: BASTA LA SALUD
Pues mi ser es bello pero espantoso. Y sólo es bello porque
es espantoso.
Espantoso, espanto, formado de espantoso.
Curar una enfermedad es criminal
Significa aplastar la cabeza de un pillete mucho menos codicioso
que la vida
Lo feo con-suena . Lo bello se pudre.
Pero, enfermo, no significa estar dopado con opio, cocaína
o morfina.
Y es necesario amar el espanto de las fiebres.
la ictericia y su perfidia
mucho más que toda euforia.
Entonces la fiebre, la fiebre ardiente de mi cabeza,
-pues estoy en estado de fiebre ardiente desde hace cincuenta
años que tengo de vida-
me dará
mi opio,
-este ser-
éste
cabeza ardiente que llegaré a ser,
opio de la cabeza a los pies.
Pues,
la cocaína es un hueso,
la heroína, un superhombre de hueso.
Ca itrá la sará cafena
Ca itrá la sará cafá
y el opio es esta cueva
esta momificación de sangre cava ,
este residuo de esperma de cueva,
esta excrementación de viejo pillete,
esta desintegración de un viejo agujero,
esta excrementación de un pillete,
minúsculo pillete de ano sepultado,
cuyo nombre es:
mierda, pipí,
Con-ciencia de las enfermedades.
Y, opio de padre a higa,
higa, que a su vez, va de padre a hijo,-
es necesario que su polvillo vuelva a ti
cuando tu sufrir sin lecho sea suficiente.
Por eso considero
que es a mí, enfermo perenne,
a quien corresponde curar a todos los médicos,
-que han nacido médicos por insuficiencia de enfermedad-
y no a médicos ignorantes de mis estados espantosos de
enfermo,
imponerme su insulinoterapia,
salvación de un mundo postrado.

Sunday, September 02, 2007

JABBERWOCKY (Lewis Carrol)


Calentoreaba, y las viscotivas tovas
vuelteaban y tregujereaban el terecho.
Misébiles estaban los borogovas
y los deros trugones bramastoilbaban.
¡Cuídate del Jabberwock, hijo mío!
¡De sus fauces que muerden, de sus zarpas que agarran!
¡Cuídate del ave jubjub y esquiva
al frumioso Bandersnatch!"
Él empuñó la vorpalina espada,
y persiguió al manxioso enemigo largo tiempo..
Hasta que, cansado, bajo el árbol Tum-Tum
se detuvo un rato a meditar
¡Y, cuando estaba en muforosos pensamientos,
el Jabberwock, con ojos llameantes,
vió volando a través del bosque túlgido,
y burbujereó al llegar!
Un, dos! ¡Un, dos! Hasta el tuétano
la vorpalina espada lo hizo pedazos.
Lo dejó muerto, y con su cabeza
galofrante regresó.
“Has matado al Jabberwock?
¡Ven a mis brazos, hijo radioso!
Oh, día frobioso! ¡Cualuuúh!, ¡Cualuiiíh!”,
bufloqueó el viejo en su alegría.
Calentoreaba, y las viscotivas tovas
vuelteaban y tregujereaban el terecho.
Misébiles estaban los borogovas
y los deros trugones bramastoilbaban.