Sunday, April 29, 2007

¡QUÉ ME ENGAÑEN SIEMPRE ASÍ! (El Marqués de Sade)

Hay pocos seres en el mundo tan libertinos como el cardenal de..., cuyo nombre, teniendo en cuenta su todavía sana y vigorosa existencia, me permitiréis que calle. Su Eminencia tiene concertado un arreglo, en Roma, con una de esas mujeres cuya servicial profesión es la de proporcionar a los libertinos el material que necesitan como sustento de sus pasiones; todas las mañanas le lleva una muchachita de trece o catorce años, todo lo más,, pero con la que monseñor no goza más que de esa incongruente manera que hace, por lo general, las delicias de los italianos, gracias a lo cual la vestal sale de las manos de Su Ilustrísimo poco más o menos tan virgen como llegó a ellas, y puede ser revendida otra vez como doncella a algún libertino más decente. A aquella matrona, que se conocía perfectamente las máximas del cardenal, no hallando un día a mano el material que se había comprometido a suministrar diariamente, se le ocunió hacer vestir de niña a un guapísimo niño del coro de la iglesia del jefe de los apóstoles; le peinaron, le pusieron una cofia, unas enaguas y todos los atavíos necesarios para convencer al santo hombre de Dios. No le pudieron prestar, sin embargo, lo que le habría asegurado verdaderamente un parecido perfecto con el sexo al que tenía que suplantar, pero este detalle preocupaba poquísimo a la alcahueta... «En su vida ha puesto la mano en ese sitio comentaba ésta a la compañera que la ayudaba en la superchería-; sin ninguna duda explorará única y exclusivamente aquello que hace a este niño igual a todas las niiñas del universo; así, pues, no tenemos nada que temer ... »
Pero la comadre se equivocaba. Ignoraba sin duda que un cardenal italiano tiene un tacto demasiado delicado y un paladar demasiado exquisito como para equivocarse en cosas semejantes; comparece la víctima, el gran sacerdote la inmola, pero a la tercera sacudida:
-¡Per Dio santo! -exclama el hombre de Dios-. ¡Sono ingannato, quésto bambino ragazzo, mai non fu putana!
Y lo comprueba... No viendo nada, sin embargo, excesivamente enojoso en esta aventura para un habitante de la ciudad santa, Su Eminencia sigue su camino diciendo tal vez como aquel campesino al que le sirvieron trufas en lugar de patatas: «¡Qué me engañen siempre así!» Pero cuando la operación ha terminado:
-Señora -dice a la dueña-, no os culpo por vuestro error.
-Perdonad, monseñor.
-No, no, os repito, no os culpo por ello, pero si esto os vuelve a suceder no dejéis de advertírmelo, porque... lo que no vea al principio lo descubriré más adelante.

Monday, April 23, 2007

NEVER TRUST A HIPPIE (Sergi Puertas)

Como andamos tan confusos
vamos a decidir 10 cosas:
Redactaremos un estatuto que establezca claramente
quién manda
quién se somete
quién friega los platos
y cuál es la posición correcta del piloto del calentador.

Nos decidiremos de una vez a averiguar
el paradero de nuestros padres:
Daremos la espalda a esas parejas horribles
que en maldita hora nos adoptaron
y huiremos al bosque:

Allí husmearemos en las madrigueras
y en los troncos huecos
hasta hallar en nuestros interiores
a otros embusteros
más mansos
más dispuestos a hacer dinero
que no titubeen que no nos avergüencen
que sean chusma como el resto

Regresaremos a la metrópoli
Más maduros más capaces:
Seremos uno y todo con la piara.
Con nuestras carteras repletas
amamantaremos a otra camada
que pronto nos mostrará el dedo medio
y renegando de nosotros
huirá a los bosques
en busca de su verdadero yo
que los devolverá sonrientes a la máquina.

Friday, April 20, 2007

ESTILO (Charles Bukowski)


Estilo es la respuesta a todo.
Una forma nueva de enfocar
algo aburrido o peligroso.
Hacer con estilo algo aburrido
es preferible
a hacer algo peligroso sin estilo.
Hacer algo peligroso con estilo,
es lo que yo llamo arte.
Torear puede ser un arte.
Boxear puede ser un arte.
Amar puede ser un arte.
Abrir una lata de sardinas
puede ser un arte.
No muchos tienen estilo.
No muchos conservan el estilo.
He visto perros con más estilo
que algunos hombres.
Aunque no muchos perros
tienen estilo.
Los gatos lo tienen en abundancia.

Cuando Hemingway estampó su cerebro
contra la pared con una escopeta,
eso fue estilo.
A veces, hay personas con estilo.
Juana de Arco tenía estilo.
Juan Bautista,
Jesús,
Sócrates,
César,
García Lorca.
He conocido a hombres con estilo
en la cárcel.
He conocido a más hombres con estilo
en la cárcel que fuera de ella.
El estilo es una diferencia.
Una forma de hacer,
Una forma de estar hecho.
Seis garzas
quietas de pie en un estanque,
o tú saliendo desnuda del baño
sin verme.

Thursday, April 19, 2007

UN SIMPLE PENSAMIENTO

La búsqueda de la existencia de un ser humano comienza en los lugares más sórdidos y aberrantes, no siempre, por supuesto. Pero cuando te acostumbras a vivir en determinadas condiciones, una situación mínimamente diferente puede parecer algo completamente paradisícaco. Un lugar, una mujer, un gesto, una palabra que estimule tu subsonsciente de una manera efectiva puede convertirse en el mayor de los placeres renegando al orgasmo a un lugar remoto en los abismos de la mente. Sí, el vacío es una fuerza poderosa. Una fuerza que puede impedirte pensar, hablar, relacionarte, vivir. Pero cuando comienzas a intentar repelerlo te das cuenta de su majestuosidad, de la irremediable fuerza de su poder. Una mente inquieta puede ser su peor enemigo pero una mente evasiva puede repelerlo durante cierto tiempo antes de ponerse en pie y combatirlo o ceder y morir. En este punto pueden ocurrir tres cosas determinantes en la existencia del individuo, o bien luchar contra él, evadirse perpetuamente y pudrirse en un habitáculo ridículamente pequeño bebiendo hasta que el cerebro se escurra por las orejas o colgarse de una viga con un cinturón.

Monday, April 16, 2007

EL ALBATROS (Charles Baudelaire)

Suelen, por divertirse, los mozos marineros
cazar albatros, grandes pájaros de los mares
que siguen lentamente, indolentes viajeros,
el barco, que navega sobre abismos y azares.

Apenas los arrojan allí sobre cubierta,
príncipes del azul, torpes y avergonzados,
el ala grande y blanca aflojan como muerta
y la dejan, cual remos, caer a sus costados.

¡Que débil y que inútil ahora el viajero alado!
El, antes tan hermoso, ¡que grotesco en el suelo!
Con su pipa uno de ellos el pico le ha quemado,
otro imita, renqueando, del inválido el vuelo.

El poeta es igual ... Allá arriba, en la altura,
¡qué importan flechas, rayos, tempestad desatada!
Desterrado en el mundo, concluyó la aventura:
¡sus alas de gigante no le sirven de nada!