Tuesday, September 11, 2007

LOS ENFERMOS Y LOS MÉDICOS (Antonin Artaud)


La enfermedad es un estado,
la salud no es sino otro,
más desagraciado,
quiero decir más cobarde y más mezquino.
No hay enfermo que no se haya agigantado,
no hay sano que un buen día no haya caído en la traición, por
no haber querido estar enfermo, como algunos médicos que
soporté.
He estado enfermo toda mi vida y no pido más que continuar
estándolo.
pues los estados de privación de la vida me han dado siempre mejores indicios sobre la plétora de mi poder que las creencias pequeño burguesas de que: BASTA LA SALUD
Pues mi ser es bello pero espantoso. Y sólo es bello porque
es espantoso.
Espantoso, espanto, formado de espantoso.
Curar una enfermedad es criminal
Significa aplastar la cabeza de un pillete mucho menos codicioso
que la vida
Lo feo con-suena . Lo bello se pudre.
Pero, enfermo, no significa estar dopado con opio, cocaína
o morfina.
Y es necesario amar el espanto de las fiebres.
la ictericia y su perfidia
mucho más que toda euforia.
Entonces la fiebre, la fiebre ardiente de mi cabeza,
-pues estoy en estado de fiebre ardiente desde hace cincuenta
años que tengo de vida-
me dará
mi opio,
-este ser-
éste
cabeza ardiente que llegaré a ser,
opio de la cabeza a los pies.
Pues,
la cocaína es un hueso,
la heroína, un superhombre de hueso.
Ca itrá la sará cafena
Ca itrá la sará cafá
y el opio es esta cueva
esta momificación de sangre cava ,
este residuo de esperma de cueva,
esta excrementación de viejo pillete,
esta desintegración de un viejo agujero,
esta excrementación de un pillete,
minúsculo pillete de ano sepultado,
cuyo nombre es:
mierda, pipí,
Con-ciencia de las enfermedades.
Y, opio de padre a higa,
higa, que a su vez, va de padre a hijo,-
es necesario que su polvillo vuelva a ti
cuando tu sufrir sin lecho sea suficiente.
Por eso considero
que es a mí, enfermo perenne,
a quien corresponde curar a todos los médicos,
-que han nacido médicos por insuficiencia de enfermedad-
y no a médicos ignorantes de mis estados espantosos de
enfermo,
imponerme su insulinoterapia,
salvación de un mundo postrado.

Sunday, September 02, 2007

JABBERWOCKY (Lewis Carrol)


Calentoreaba, y las viscotivas tovas
vuelteaban y tregujereaban el terecho.
Misébiles estaban los borogovas
y los deros trugones bramastoilbaban.
¡Cuídate del Jabberwock, hijo mío!
¡De sus fauces que muerden, de sus zarpas que agarran!
¡Cuídate del ave jubjub y esquiva
al frumioso Bandersnatch!"
Él empuñó la vorpalina espada,
y persiguió al manxioso enemigo largo tiempo..
Hasta que, cansado, bajo el árbol Tum-Tum
se detuvo un rato a meditar
¡Y, cuando estaba en muforosos pensamientos,
el Jabberwock, con ojos llameantes,
vió volando a través del bosque túlgido,
y burbujereó al llegar!
Un, dos! ¡Un, dos! Hasta el tuétano
la vorpalina espada lo hizo pedazos.
Lo dejó muerto, y con su cabeza
galofrante regresó.
“Has matado al Jabberwock?
¡Ven a mis brazos, hijo radioso!
Oh, día frobioso! ¡Cualuuúh!, ¡Cualuiiíh!”,
bufloqueó el viejo en su alegría.
Calentoreaba, y las viscotivas tovas
vuelteaban y tregujereaban el terecho.
Misébiles estaban los borogovas
y los deros trugones bramastoilbaban.

Friday, August 24, 2007

RIMA XLI (Gustavo Adolfo Becker)


Tú eras el huracán y yo la alta
torre que desafía su poder:
¡tenías que estrellarte o que abatirme!...
¡No pudo ser!
Tú eras el océano y yo la enhiesta
roca que firme aguarda su vaivén:
¡tenías que romperte o que arrancarme!...
¡No pudo ser!
Hermosa tú, yo altivo: acostumbrados
uno a arrollar, el otro a no ceder;
la senda estrecha, inevitable el choque...
¡No pudo ser!

Tuesday, August 21, 2007

UNA EXTRAÑA VELADA TRANSCURRIDA EN EL CAMPO DE BATALLA (Walt Whitman)

¡La extraña velada transcurrida en el campo de batalla!
Cuando tú, hijo y camarada mío, caíste á mi lado, ese día,
No te dirigí más que una mirada á la que tus caros ojos
contestaron con otra mirada que no olvidaré jamás,

Y la mano que trataste de levantar del suelo en que yacías
apenas si rozó la mía;

En seguida avancé en la batalla, donde la lucha continuaba
con iguales probabilidades,

Hasta que, relevado de mi puesto algo tarde en la noche,
pude volver al fin al sitio donde tú habías caído,

Y te encontré helado en la muerte, camarada querido, ha-
llé tu cuerpo, hijo de los besos dados y recibidos (jamás vuel-
tos á dar sobre esta tierra),

Descubrí tu faz á la luz de las estrellas (singular era la
escena). El viento nocturno pasaba fresco y ligero;

Largo, largo tiempo pasé allí velándote, mientras á mi al-
rededor el campo de batalla se extendía confusamente;

Velada prodigiosa, deliciosa velada, allí, en la noche que-
da y perfumada,

Ni una lágrima cayó de mis ojos, ni un suspiro profundo
exhaló mi pecho; largo, largo tiempo te contemplé.

Luego, extendiéndome á medias sobre la tierra, me mantu-
ve á tu lado, con el menton hundido entre las manos,

Pasando horas suaves, horas inmortales y místicas, conti-
go, camarada querido,

Sin una lágrima, sin una palabra;
Velada de silencio, de ternura y de muerte, velada por ti,
mi hijo y mi soldado,

En tanto que allí arriba los astros pasaban en silencío, y
otros hacia al Oeste subían insensiblemente;

Suprema velada por ti, valiente hijo (no te pude salvar,
tan pronto fué tu muerte,

Vivo te amé rodeándote fielmente de todas mis solicitu-
des; creo que volveremos á vernos seguramente);

Y cuando se iban las últimas sombras de la noche, en el
momento preciso en que apunta el alba,

Envolví á mi camarada en su manta, enrollé bien su
cuerpo,

Replegando cuidadosamente la manta por debajo de la ca-
beza, y cuidadosamente bajo los pies,

Y allí bañado en el sol levante, deposié á mi hijo en su
fosa toscamente abierta,

Terminando así mi extraña velada en el campo de batalla
envuelto en sombras,

Velada por el camarada muerto repentinamente, velada
que jamás olvidaré, ni cómo, al apuntar el día,

Levantándome de la helada tierra y envolviendo cuidado-
samento al soldado en su manta,

Lo sepulté allí donde cayera.

Wednesday, August 15, 2007

MI CULO EN PELIGRO (Pedro Juan Gutiérrez)

Por suerte sólo estuve encerrado siete días. Un tipo grandísimo me quería dar por el culo de todos modos, y ya no sabía qué más hacer para evitarlo. Lo único que me faltó fue meterle un estilete en el corazón. Siempre tuve cara seria, no hablé con nadie, mantuve a raya a todos, pero me provocó tanto que al fin un día le salté al pescuezo. El tipo era un tronco, Como un orangután con retraso mental. A puño limpio yo no podía, El tipo me noqueó. Y ni así logré demostrarle que soy hombre. Bueno a él no le importa lo que uno sea. Otro de allí me contó que se encarna en alguien y lo vela y lo trabaja hasta que le rompe el culo de todos modos. Antes se lo hizo a un negrito joven y tuvieron que sacarlo con hemorragia, directo para el hospital.

Salí con el culo sano y traté de estar tranquilo un tiempo, En el juicio me pusieron diez mil pesos de multa. Sólo porque me agarraron con veinte langostas. Si se hubieran adelantado un día y me sorprenden con la carne de res, me echan tres o cuatro años de cárcel. Entonces sí pierdo el culo y hasta los tímpanos de los oídos.

Me busqué un trabajo asqueroso. En el matadero, con el picadillo de soya. El día entero acarreando cajas con pellejos medio podridos, belfos de res, tripas, cebo, ojos, orejas, toda la mierda apestosa que nadie se imagina. Lo más hediondo. Entre un negro y yo poníamos las cajas cerca del molino, Por otro lado traían cajas de soya. Y otros dos tipos iban dosificando para hacer el picadillo. "Proteína. Mucha proteína para el pueblo, compañero", me gritaba por encima del ruido del molino el tipo de las dosis. Y se reía, con su cara de gordo mamalón. Nunca supe si me lo decía burlonamente o no. Nunca hablamos más que eso. Habló él. Yo no quería más líos con el gobierno y ni abría la boca, porque hasta hablar de proteínas era político. Como si echaban veneno para matar a todo el mundo y culpar a los yanquis. A mi que coño me importaba. Yo tranquilo.

Pero los problemas me caen del cielo. Una tarde salgo del matadero a las cuatro. Ni esperé la guagua. Salí caminando. Cruzo Carlos III. Sigo por Espada hacia San Lázaro y en un bar había paticruzao. Coño que bien. Eso no se ve nunca. Es un bar muy abierto. En el barrio de Cayo Hueso, pero bien tranquilo a esa hora. Una barra con banquetas. Allí mismo venden sopas y caldos a los tipos muy miserables. Me senté en una esquina. Pedí un doble y me asentó. El ron me asienta el cansancio. Me anestesia. Yo estoy sentado en una banqueta, muy cerca de la acera. Las puertas son bien amplias, de esas que se deslizan hacia arriba. Me gusta sentarme cerda de las puertas. Si hay bronca uno puede salir enseguida.

El que está bebiendo a mi lado empieza a contarme sus líos. Él es soldador y hace una semana consiguió una pinchita muy especial. Trabajó un par de días de ocho de la mañana a diez de la noche y terminó con los ojos ardiendo, pero se buscó seis dólares. La mujer los agarró, le compró unos tennis al hijo de ellos, que ya andaba sin zapatos, y en cuatro días el chiquito los rompió. "Así no se puede vivir, acere, por eso el que se va del país hace bien." Y por ahí siguió con su lío.

Yo escuchaba su historia, pero tenía la vista fija en una mulatica que bebía ron y se divertía mucho hablando con una señora muy gruesa y un negro con seis collares en el cuello. El negro pagaba siempre con billetes de veinte. La mulatica también me miraba de reojo y yo quería entrarle al primer chance que me diera. Me concentré demasiado en su boca y en sus tetas y en todas sus ganas de vivir alegremente y se me paró, bien dura. Hacía muchos días que no tenía sexo y no iba a dejar que esa mulatica se me escapara.

el dependente del bar era un negrón con cara de matarife guaposo, que repetía cada dos minutos: "Tengo enchilaíto de jaiba. Especial. Son su picantito y todo. Eso pa' caerle después a las jebitas no tiene precio... Está picantico."

Ya estaba acabando el segundo doble cuando de repente aparecen dos tipos en la puerta, detrás de mí. Dos tipos ensangrentados, dándose cuchillazos, trastabillando, ya casi moribundos. Todo el mundo los vé menos yo, porque están a mis espaldas, y no reacciono a tiempo. Me caen arriba. Los dos me caen arriba. Me pareció que ademaás de moribundos estaban borrachos o enmariguanados. Intento levantarme de la banqueta, pero los dos se me están desplomando arriba. Uno de ellos me corta con su cuchillo. Me da un buen tajazo en el brazo y por el costado derecho. Todo es tan rápido que no comprendo. No sé de dónde salieron. En silencio. No hay un grito, ni un quejido siquiera. Están muertos los dos arriba de mí. Son un amasijo de sangre. El bar se quedó vacío en un segundo. El dependiente está solo allá en el otro extremo de la barra. Hasta los miserables dejaron a medias sus platos de sopa y huyeron.

Aparece una mujer gritando algo y llorando: "Me lo mató, me lo mató", y se abraza gritando a uno de los cadáveres.

Intento alejarme, pero estoy contra la barra del bar, y los dos muertos muertos y la mujer cerrándome el paso por delante. Trato de moverme a pesar de todo. Lo mejor que hago es irme. No. Ya hay un policía ahí. Me agarra por el brazo y me pide el carnet de identidad.

Procuro hablarle: "Yo estaba dándome unos tragos aquí."Pero me parece que hablo en sordina. Casi no me escucho. O me oigo muy lejos. Como si yo mismo me hablara desde mucha distancia. Busco el carnet de identidad en el bolsillo trasero del pantalón, y cuando se lo extiendo al policía, veo que estoy cubierto de sangre fresca. La mía y la de esa gente que acaba de morir. Estoy empapado en sangre. Demasia sangre para parecer inocente. Más bien parezco culpable.

Después hay una cadena: carro patrulla-estación de policía-declaraciones-no entienden mis heridas y tanta sangre si no sé nada-buscar a mi único testigo: el dependiente del bar-no aparece el tipo-retenido 72 horas hasta que se aclare-hay otros casos-se olvidan de mí-llevo diez días encerrado-por suerte es otro lugar-el tipo que le gusta mi culo no está por allí-al fin me sueltan-perdí el trabajo en el matadero-creo que tengo que volver al contrabando de langostas y carne de res.

Saturday, June 23, 2007

DÍA DE ACCIÓN DE GRACIAS (William S. Burroughs)


Gracias por el pavo y las palomas mensajeras, destinados a ser cagados a través de las tripas de los americanos.
Gracias por todo un continente que hemos asesinado y hemos envenenado.
Gracias a los indios que nos proporcionan algo de peligro y de reto.
Gracias por las grandes manadas de bisontes, por matarlos, sacarles la piel y dejar que se pudra.
Gracias por los trofeos de lobos y coyotes.
Gracias por el sueño americano, por divulgar y falsificar hasta que el fraude salga a la luz.
Gracias por el Ku Kux Klan, por los policías que matan negros y se los apuntan en su cuenta, por las mujeres piadosas y decentes con sus caras mezquinas cansadas, amargadas y perversas.
Gracias por las pegatinas que pongan -Matar un maricón en nombre de Cristo-.
Gracias por el sida de laboratorio.
Gracias por la prohibición y la guerra contra la droga.
Gracias por un país donde a nadie se le permite hacer lo que quiere.
Gracias por una nación de chivatos.
Oh sí gracias por todos los recuerdos, va enséñame los brazos, siempre has sido un estorbo y siempre has sido un pesado.
Gracias por haber traicionado de esta forma el último y más importante de los sueños humanos.

Thursday, June 21, 2007

ESTA ÉPOCA INSTRUIDA (Allen Ginsberg)

Esta época instruida
Se tira pedos
Esta época instruida
Camino despacio
Esta época instruida
Se acuerda de sus abuelas
Esta época instruida
Toma diuréticos, presión arterial alta,
Vigila la sal y el azúcar
Esta época instruida come menos carne, algunos
Hace una década que dejaron de fumar
Unos dejan el café, otros lo toman fuerte
Esta época instruida presenció
Los funerales de sus mejores amigos, llamó a
Hijas y nietas por teléfono
Unos conducen, otros no, unos cocinan,
Otros no
Esta época instruida
A menudo
No dice nada.

Monday, June 18, 2007

NOTAS SOBRE LA PESTE (Charles Bukowski)

Peste, s. (del latín pestis, plaga, peste; de donde pestilente, pestífero; la misma raíz que perdo, destruir [PERDICION].) Una plaga, pestilencia o enfermedad epidémica y mortífera; toda cosa nociva, maligna o destructiva; persona destructiva y maligna.
la peste es, en cierto modo, un ser muy superior a nosotros: sabe dónde encontrarnos y cómo... normalmente en el baño o en plena relación sexual, o dormidos. Hace muy bien también lo de cazarte en el cagadero a media cagada. si ella está a la puerta, puedes gritar: « ¡por Dios, espera un momento, no fastidies, ahora mismo salgo!». pero el sonido de una dolorida voz humana no hace más que alentar a la peste: su llamada, su campanilleo, se hace más animado. la peste suele llamar y campanillear. has de dejarla entrar. y cuando se va (al fin), estás enfermo una semana. la peste no sólo te mea el alma... hace también magníficamente lo de dejarte su agua amarillenta en la tapa del water. deja apenas lo suficiente para que se vea; no sabes que está allí hasta que te sientas y es demasiado tarde.
a diferencia de ti, la peste tiene tiempo de sobra para fastidiarte. y todas sus ideas son contrarias a las tuyas, pero ella nunca lo sabe porque habla constantemente y aun cuando aproveches una oportunidad para discrepar, la peste no oye. la peste jamás ove tu voz, en realidad. sólo es para ella una vaga zona de ruptura, después prosigue su diálogo. y mientras la peste prosigue, te preguntas cómo es que siempre consigue meter sus sucios morros en tu alma. la peste tiene también muy clara conciencia de tus horas de sueño y te telefoneará una y otra vez cuando duermes y su primera pregunta será: «¿te desperté?» _. o irá a tu casa y estarán todas las persianas echadas, pero ella llamará y llamará salvaje, orgiásticamente. si no contestas, gritará: «¡sé que estás ahí! ¡he visto el coche fuera!».
esos destructores, aunque no tienen la menor idea de tu forma de pensar, perciben que les detestas, pero por otra parte esto no hace más que estimularles. comprenden también que eres un determinado tipo de persona: es decir, ante la disyuntiva de herir o ser herido, aceptarás lo último, y las pestes corren detrás de los mejores filetes de humanidad. saben dónde está la buena carne.
la peste siempre desborda vulgares y secas chorradas que considera sabiduría propia. algunas de sus observaciones favoritas son:
-no es cierto eso de TODOS malos. dices que todos los policías son malos. pues bien, no lo son. he conocido algunos buenos. existe el policía bueno.
no te concede posibilidad de explicarle que cuando un hombre se pone ese uniforme, es el protector pagado de las cosas del tiempo presente. está aquí para procurar que las cosas sigan como están. si te gusta como están las cosas, entonces todos los polis son polis buenos. si no te gusta cómo están las cosas, entonces todos los polis son malos. sí existe lo de TODOS malos. pero la peste está impregnada de estas hueras filosofías caseras y no las abandonará. la peste, incapaz de pensar, se aferra a la gente... hosca y definitivamente y para siempre.
no estamos informados de lo que pasa, no tenemos las soluciones auténticas. hemos de confiar en nuestros gobernantes.
ésta es tan jodidamente estúpida que no quiero ni comentarla. en realidad, bien pensado, no enumeraré más comentarios de la peste porque empiezo ya a ponerme malo.
en fin. pues bien, esta peste no necesita ser una persona que te conozca por el nombre o la dirección. la peste está en todas partes, siempre, dispuesta a lanzar su apestoso y envenenado rayo mortífero sobre ti. recuerdo una época concreta en la que tuve suerte con los caballos. estaba en Del Mar con coche nuevo. todas las noches después de las carreras elegía un motel nuevo, y después de una ducha y de cambiar de ropa, me metía en el coche y recorría la costa y buscaba un sitio bueno para comer. por un sitio bueno quiero decir un lugar en el que haya poca gente y den buena comida. parece una contradicción. quiero decir, si la comida es buena, habrá mucha gente. pero como muchas aparentes verdades, ésta no lo es necesariamente, a veces la gente va en manadas a sitios donde dan absoluta basura. así que todas las noches hacía el peregrinaje buscando un sitio en que diesen bien de comer y que no estuviese lleno de chiflados. me llevaba tiempo. una noche tardé hora y media en localizar un sitio. aparqué el coche y entré. pedí una tajada de carne a la neoyorquina, patatas fritas, etc., y allí me quedé sentado tomando café y esperando que llegara mi comida. el comedor estaba vacío; la noche era maravillosa. luego, justo cuando llegó mi filete a la neoyorquina, se abrió la puerta y allá entró la peste. por supuesto, te lo suponías. había treinta y dos taburetes allí, pero TUVO QUE coger el que estaba a mi lado y empezar a charlar con la camarera mientras comía su donut. era un auténtico imbécil. el diálogo rasgaba las tripas. apestosas y necias memeces, el hedor de su alma bailoteaba en el aire destrozándolo todo. me metía justo suficiente codo en la bandeja. la peste hace muy bien lo de meter justo suficiente codo en la bandeja. tragué el filete Nueva York y luego salí y me emborraché tanto que perdí las tres primeras carreras del día siguiente.
la peste está en todo lugar en que trabajes, en todos los sitios en los que estás empleado. yo soy carne de peste. una vez trabajé en un sitio en que había uno que llevaba quince años sin hablar con nadie. cuando yo llevaba dos días allí, me soltó un rollo de más de media hora. estaba completamente loco. una frase era sobre un tema y la otra sobre otro sin relación alguna. lo que me parece muy bien, si no fuera que lo que decía era material rancio muerto soso y apestoso. le conservaban en su puesto porque era un buen obrero. «un buen trabajo por un buen jornal». hay por lo menos un loco en cada lugar de trabajo, una peste, y siempre me eligen a mí. «les gustas a todos los locos», es una frase que he oído en trabajo tras trabajo. no es alentadora. quizás las cosas mejoraran si todos comprendiéramos que quizás hayamos sido pestes para alguien una u otra vez, aunque no lo supiéramos. mierda, que horrible pensamiento, pero es muy probable que sea cierto y quizás nos ayude a soportar la peste. no hay, en realidad, un tipo cien por cien. todos poseemos locuras y taras diversas de las que nosotros no somos conscientes pero sí todos los demás. ¿cómo íbamos a quedarnos si no quietos en el corral? sin embargo, debemos admirar al hombre que toma medidas contra la peste. frente a la acción directa, la peste tiembla y pronto se aferra a otro sitio. conozco a un hombre, una especie de poeta-intelectual, del tipo animoso y lleno de vida, que tiene un gran letrero colgado en la puerta de casa. no lo recuerdo exactamente pero más o menos dice así (y lo dice en una maravillosa letra de molde):
a quien pueda interesar: telefonéame, por favor, para concertar una cita cuando quieras verme. no contestaré llamadas que no espere. necesito tiempo para mi trabafo. no permitiré que asesines mi trabafo. comprende, por favor, que lo que me mantiene vivo me hará más agradable contigo y para ti cuando por fin nos veamos en condiciones de tranquilidad y calma.
admiré aquel letrero. no lo consideré algo presuntuoso o una sobrevaloración egoísta. era un buen hombre en el buen sentido y tenía el valor y carácter necesarios para afirmar sus derechos naturales. vi el cartel por primera vez por casualidad, y después de mirarlo y de oírle a él dentro, volví a mi coche y me largué. el principio de la comprensión es el principio de todo y hora es de que algunos de nosotros empecemos. por ejemplo, nada tengo contra los love-ins siempre que NO SE ME OBLIGUE A ASISTIR. ni siquiera estoy contra el amor, pero hablábamos de la peste, ¿no es cierto?
incluso yo, que soy carne de peste selecta, incluso yo me enfrenté una vez a una peste. andaba, por entonces, trabajando doce horas de noche, Dios me perdone y Dios perdone a Dios, pero, aun así, aquella apestosísima peste no podía evitar telefonearme todas las mañanas hacia las nueve. me acostaba sobre las siete y media y, tras un par de botellas de cerveza, solía arreglármelas para dormir un poco. lo tenía todo minuciosamente cronometrado. y él me hacía siempre la misma vieja y vulgar jugada. sólo quería saber que me había despertado y oír mi voz destemplada contestarle. él tosía, maullaba, carraspeaba, escupía. «escucha», le dije por fin, «¿por qué demonios me despiertas siempre a las nueve? sabes que trabajo toda la noche. ¡tengo un turno de doce horas! ¿por qué diablos insistes en despertarme a las nueve? »
-creí -dijo- que pensabas ir a las carreras. quería cogerte antes de que salieras para el hipódromo.
-escucha -dije-, la primera apuesta es a la una y cuarenta y cinco, además ¿cómo diablos piensas que voy a apostar en las carreras trabajando doce horas de noche? ¿cómo demonios crees que puedo trabajar tanto? tengo que dormir, cagar, bañarme, comer, joder, comprar cordones nuevos para los zapatos. toda esa mierda. ¿es que no tienes sentido de la realidad? ¿no te das cuenta de que cuando llego del trabajo me han estrujado totalmente? ¿no te das cuenta de que no queda nada? no podría llegar siquiera al hipódromo. no tengo fuerzas ni para rascarme el culo. ¿por qué diablos sigues telefoneándome a las nueve todas las mañanas?
su voz tembló de emoción como se dice...
-quería cogerte antes de que te fueras al hipódromo.
era inútil. colgué el aparato. luego, cogí una caja grande de cartón. y cogí el teléfono y lo metí en el fondo de aquella caja grande de cartón. y rellené la maldita caja sólidamente con trapos. lo hacía todas las mañanas cuando llegaba y sacaba el teléfono cuando me despertaba. así maté a la peste. vino a verme un día.
-¿cómo es que ya no contestas al teléfono? -me preguntó. -meto el teléfono en una caja de trapos cuando llego a casa. -¿pero no te das cuenta de que al meter el teléfono en una caja de trapos, simbólicamente estás metiéndome a mí en una caja de trapos?
le miré y dije, muy lenta y calmosamente:
-sí me doy cuenta.
nuestra relación nunca volvió a ser igual a partir de entonces. un amigo mío, un hombre mayor que yo, pero lleno de vida y no artista (gracias a Dios) me dijo: «McClintock me telefonea tres veces al día. ¿aún te llama a ti?
-no, ya no.
todos se ríen de los McClintocks, pero los McClintocks no se dan cuenta nunca de que son los McClintocks. es muy fácil distinguir a un McClintock: llevan todos una libretita de tapas negras llena de números de teléfono. si tienes teléfono, cuidado. la peste se apoderará de tu teléfono, asegurándote primero que no es conferencia (lo es) y luego empezará a descargar su interminable y venenosa perorata en el oído del desdichado oyente, esos tipos peste-McClintock son capaces de hablar horas, y aunque intentes no escuchar es imposible no hacerlo y sientes una especie de melancólica simpatía por el pobre individuo que está al otro agónico extremo del hilo.
quizás algún día se construya, reconstruya, el mundo, de modo que la peste, en virtud de la generosidad de sistemas claros y vida decente no sea ya la peste. existe la teoría de que crean la peste cosas que no deberían existir. mal gobierno, atmósfera viciada, relaciones sexuales jodidas, una madre con un brazo de madera, etc. nunca sabremos si llegará o no la sociedad utópica. pero de momento aún tenemos esas áreas jodidas de humanidad con las que hay que tratar: las hordas del hambre, los negros los blancos y los rojos, las bombas que duermen, los love-ins, los hippies, los no tan hippies, Johnson, las cucarachas de Albuquerque, la mala cerveza, la blenorragia, los editoriales apestosos, esto y lo otro y lo de más allá, y la Peste. la peste aún está aquí. yo vivo hoy, no mañana. mi utopía significa menos peste AHORA. y estoy seguro de que me gustaría oír tu historia. estoy seguro de que cada uno de nosotros soporta uno o dos McClintocks. puede que me hicieses reír con tus historias sobre el McClintockpeste. ¡ ¡ ¡ ¡Dios, lo queme recuerda! ! ! ! ¡QUE NUNCA HE OIDO REIRSE A UN MCCLINTOCK!
piénsalo.
piensa en todas las pestes que hayas conocido y pregúntate si se han reído alguna vez. ¿se han reído?
Dios mío ,y ahora que lo pienso, no es que yo me ría gran cosa. no puedo reírme más que cuando estoy solo. ¿habré estado escribiendo sobre mí mismo? una peste apestada por pestes. piénsalo. toda una colonia de pestes retorciéndose y clavando colmillo y 69-ando. ¿¿69-ando?? encendamos un chester y olvidemos el asunto. hasta mañana. mañana te veo. metido en una caja de trapos y lindas tetitas de cobra.
hola. ¿no te desperté, verdad? no creo.

Tuesday, June 12, 2007

LLEGARON A TIEMPO (Charles Bukowski)

Me gusta pensar en escritores como James Joyce
Hemingway, Ambrose Bierce, Faulkner, Sherwood
Anderson, Jeffers, D. H. Lawrence, A. Huxley,
John Fante, Gorki, Turgenev, Dostoievsky, Saroyan,
Villon, incluso Sinclair Lewis, y Hamsun, incluso T. S.
Elliot y Auden, William Carlos Williams y
Stephen Spender y el valiente de Ezra Pound.

me enseñaron tantas cosas que mis padres
nunca me enseñaron, y
también me gusta pensar en Carson McCullers
con su Café Triste y Ojo dorado.
ella me enseñó muchas cosas que mis padres
nunca supieron.

me gustaba leer los libros de tapa dura de las bibliotecas
en su simple encuadernación de biblioteca
azul y verde y marrón y rojo claro
me gustaban los viejos bibliotecarios (varones y mujeres)
que te miraban seriamente
si tosías o te reías muy fuerte,
y aún cuando se parecían a mis padres
en realidad no había ninguna similitud.

ahora ya no leo a estos autores que alguna vez leí
con tanto placer,
pero es bueno pensar en ellos,
y también me
gusta mirar las fotografías de Hart Crane y
Caresse Crosby en Chantilly, 1929
o las fotos de D. H. Lawrence y Frieda
asoleándose en Le Moulin, 1928.
Me gusta ver a André Malraux en su traje de aviador
con un gatito en el pecho y
me gustan las fotos de Artaud en el loquero
Picasso en la playa con sus fuertes piernas
y su cabeza pelada, y también está
D. H. Lawrence ordeñando esa vaca
y Aldous en Saltwood Castle, Kent, Agosto de
1963.

Me gusta pensar en toda esta gente
que me enseñaron tantas cosas que yo
nunca había imaginado antes.
y me enseñaron bien,
muy bien
cuando eso era tan necesario
me mostraron tantas cosas
que nunca creí que fueran posibles.
todos esos amigos
bien adentro de mi sangre
quienes
cuando no había ninguna oportunidad
me dieron una.

Saturday, May 19, 2007

VACÍO

Vacío existencial que te llena.
recorre tu cuerpo,
llenando todos los rincones de la mente,
desbordando el interior de tu cerebro
y despojandolo de vida.
Insuflando sucia melancolía
que desplaza pensamientos e ilusiones,
frenando procesos mentales,
creando asociaciones de ideas extrañas y siniestras,
confundiendolo todo
en una amalgama informe
sin sentido
que galopa por todo tu cuerpo
haciendote temblar.

Tuesday, May 01, 2007

LA DESTRUCCIÓN (Charles Baudelaire)

El demonio se agita a mi lado sin cesar; flota a mi alrededor cual aire impalpable; lo respiro, siento como quema mi pulmón y lo llena de un deseo eterno y culpable. A veces toma, conocedor de mi amor al arte, la forma de la más seductora mujer, y bajo especiales pretextos hipócritas acostumbra mi gusto a nefandos placeres. Así me conduce, lejos de la mirada de Dios, jadeante y destrozado de fatiga, al centro de las llanuras del hastío, profundas y desiertas, y lanza a mis ojos, llenos de confusión, sucias vestiduras, heridas abiertas, ¡y el aderezo sangriento de la destrucción!

Sunday, April 29, 2007

¡QUÉ ME ENGAÑEN SIEMPRE ASÍ! (El Marqués de Sade)

Hay pocos seres en el mundo tan libertinos como el cardenal de..., cuyo nombre, teniendo en cuenta su todavía sana y vigorosa existencia, me permitiréis que calle. Su Eminencia tiene concertado un arreglo, en Roma, con una de esas mujeres cuya servicial profesión es la de proporcionar a los libertinos el material que necesitan como sustento de sus pasiones; todas las mañanas le lleva una muchachita de trece o catorce años, todo lo más,, pero con la que monseñor no goza más que de esa incongruente manera que hace, por lo general, las delicias de los italianos, gracias a lo cual la vestal sale de las manos de Su Ilustrísimo poco más o menos tan virgen como llegó a ellas, y puede ser revendida otra vez como doncella a algún libertino más decente. A aquella matrona, que se conocía perfectamente las máximas del cardenal, no hallando un día a mano el material que se había comprometido a suministrar diariamente, se le ocunió hacer vestir de niña a un guapísimo niño del coro de la iglesia del jefe de los apóstoles; le peinaron, le pusieron una cofia, unas enaguas y todos los atavíos necesarios para convencer al santo hombre de Dios. No le pudieron prestar, sin embargo, lo que le habría asegurado verdaderamente un parecido perfecto con el sexo al que tenía que suplantar, pero este detalle preocupaba poquísimo a la alcahueta... «En su vida ha puesto la mano en ese sitio comentaba ésta a la compañera que la ayudaba en la superchería-; sin ninguna duda explorará única y exclusivamente aquello que hace a este niño igual a todas las niiñas del universo; así, pues, no tenemos nada que temer ... »
Pero la comadre se equivocaba. Ignoraba sin duda que un cardenal italiano tiene un tacto demasiado delicado y un paladar demasiado exquisito como para equivocarse en cosas semejantes; comparece la víctima, el gran sacerdote la inmola, pero a la tercera sacudida:
-¡Per Dio santo! -exclama el hombre de Dios-. ¡Sono ingannato, quésto bambino ragazzo, mai non fu putana!
Y lo comprueba... No viendo nada, sin embargo, excesivamente enojoso en esta aventura para un habitante de la ciudad santa, Su Eminencia sigue su camino diciendo tal vez como aquel campesino al que le sirvieron trufas en lugar de patatas: «¡Qué me engañen siempre así!» Pero cuando la operación ha terminado:
-Señora -dice a la dueña-, no os culpo por vuestro error.
-Perdonad, monseñor.
-No, no, os repito, no os culpo por ello, pero si esto os vuelve a suceder no dejéis de advertírmelo, porque... lo que no vea al principio lo descubriré más adelante.

Monday, April 23, 2007

NEVER TRUST A HIPPIE (Sergi Puertas)

Como andamos tan confusos
vamos a decidir 10 cosas:
Redactaremos un estatuto que establezca claramente
quién manda
quién se somete
quién friega los platos
y cuál es la posición correcta del piloto del calentador.

Nos decidiremos de una vez a averiguar
el paradero de nuestros padres:
Daremos la espalda a esas parejas horribles
que en maldita hora nos adoptaron
y huiremos al bosque:

Allí husmearemos en las madrigueras
y en los troncos huecos
hasta hallar en nuestros interiores
a otros embusteros
más mansos
más dispuestos a hacer dinero
que no titubeen que no nos avergüencen
que sean chusma como el resto

Regresaremos a la metrópoli
Más maduros más capaces:
Seremos uno y todo con la piara.
Con nuestras carteras repletas
amamantaremos a otra camada
que pronto nos mostrará el dedo medio
y renegando de nosotros
huirá a los bosques
en busca de su verdadero yo
que los devolverá sonrientes a la máquina.

Friday, April 20, 2007

ESTILO (Charles Bukowski)


Estilo es la respuesta a todo.
Una forma nueva de enfocar
algo aburrido o peligroso.
Hacer con estilo algo aburrido
es preferible
a hacer algo peligroso sin estilo.
Hacer algo peligroso con estilo,
es lo que yo llamo arte.
Torear puede ser un arte.
Boxear puede ser un arte.
Amar puede ser un arte.
Abrir una lata de sardinas
puede ser un arte.
No muchos tienen estilo.
No muchos conservan el estilo.
He visto perros con más estilo
que algunos hombres.
Aunque no muchos perros
tienen estilo.
Los gatos lo tienen en abundancia.

Cuando Hemingway estampó su cerebro
contra la pared con una escopeta,
eso fue estilo.
A veces, hay personas con estilo.
Juana de Arco tenía estilo.
Juan Bautista,
Jesús,
Sócrates,
César,
García Lorca.
He conocido a hombres con estilo
en la cárcel.
He conocido a más hombres con estilo
en la cárcel que fuera de ella.
El estilo es una diferencia.
Una forma de hacer,
Una forma de estar hecho.
Seis garzas
quietas de pie en un estanque,
o tú saliendo desnuda del baño
sin verme.

Thursday, April 19, 2007

UN SIMPLE PENSAMIENTO

La búsqueda de la existencia de un ser humano comienza en los lugares más sórdidos y aberrantes, no siempre, por supuesto. Pero cuando te acostumbras a vivir en determinadas condiciones, una situación mínimamente diferente puede parecer algo completamente paradisícaco. Un lugar, una mujer, un gesto, una palabra que estimule tu subsonsciente de una manera efectiva puede convertirse en el mayor de los placeres renegando al orgasmo a un lugar remoto en los abismos de la mente. Sí, el vacío es una fuerza poderosa. Una fuerza que puede impedirte pensar, hablar, relacionarte, vivir. Pero cuando comienzas a intentar repelerlo te das cuenta de su majestuosidad, de la irremediable fuerza de su poder. Una mente inquieta puede ser su peor enemigo pero una mente evasiva puede repelerlo durante cierto tiempo antes de ponerse en pie y combatirlo o ceder y morir. En este punto pueden ocurrir tres cosas determinantes en la existencia del individuo, o bien luchar contra él, evadirse perpetuamente y pudrirse en un habitáculo ridículamente pequeño bebiendo hasta que el cerebro se escurra por las orejas o colgarse de una viga con un cinturón.

Monday, April 16, 2007

EL ALBATROS (Charles Baudelaire)

Suelen, por divertirse, los mozos marineros
cazar albatros, grandes pájaros de los mares
que siguen lentamente, indolentes viajeros,
el barco, que navega sobre abismos y azares.

Apenas los arrojan allí sobre cubierta,
príncipes del azul, torpes y avergonzados,
el ala grande y blanca aflojan como muerta
y la dejan, cual remos, caer a sus costados.

¡Que débil y que inútil ahora el viajero alado!
El, antes tan hermoso, ¡que grotesco en el suelo!
Con su pipa uno de ellos el pico le ha quemado,
otro imita, renqueando, del inválido el vuelo.

El poeta es igual ... Allá arriba, en la altura,
¡qué importan flechas, rayos, tempestad desatada!
Desterrado en el mundo, concluyó la aventura:
¡sus alas de gigante no le sirven de nada!